Antes de que llegara la pandemia, habíamos oído hablar en algunas ocasiones del método del teletrabajo que se llevaba a cabo en algunos países europeos, pero lo cierto es que en España parecía una quimera.
Durante los primeros meses que duró la pandemia, el teletrabajo se implantó con el fin de reducir (o evitar) el contacto humano en espacios comunes. La movilidad también se vio reducida hasta tal punto que para aquellos que no podían teletrabajar el trayecto hacia sus puestos de trabajo se hizo mucho más rápido y fácil.
Como consecuencia, vimos una drástica disminución de la contaminación diaria en la mayoría de países. El planeta empezó a reducir su contaminación y tal fue la reducción que en países como la India empezaron a ver la cordillera del Himalaya desde unos 300 km de distancia. El cielo era más azul, incluso se notaron cambios en los hábitos de los animales.
Con todo ello quedó demostrado que una reducción de la interacción humana con su medio fue clave para reducir drásticamente la contaminación.
El impacto del teletrabajo para reducir la contaminación
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) realizó un análisis en el que concluyó que la gente que generalmente realiza trayectos en coche de más de 6 kilómetros emitía más emisiones que el hecho de teletrabajar desde casa. También extrajeron el dato de que el 50% global de los trabajos se podían realizar desde casa. Si este porcentaje mundial de personas trabajasen desde casa al menos tres días a la semana se podría reducir unos 80 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
Este cambio sociocultural es necesario para combatir las emisiones con el fin de reducirlas y poder llegar al objetivo de emisiones cero para el año 2050.
Si bien es cierto que el teletrabajo también tiene sus inconvenientes (gasto de luz en el ámbito familiar, falta de interacción con compañeros de trabajo, etc.), por lo que es necesario encontrar un balance de equilibrio entre el teletrabajo y el trabajo presencial en oficinas; mejorar los sistemas de transporte público, disponer de flexibilidad horaria, etc.
Este balance también lo podemos aplicar para cualquier ámbito de nuestra sociedad. Necesitamos un equilibrio que permita seguir avanzando tecnológicamente, pero a la vez permitiendo que el planeta pueda ser un espacio verde y con una calidad ambiental mejorada.
No obstante, siempre podemos empezar por cambios en nuestro día a día que hagan un poco mejor el espacio que nos rodea. Por ejemplo, podemos llevar a cabo pequeños gestos como utilizar el transporte público para desplazarnos siempre que sea posible o aplicar la fórmula del teletrabajo algunos días de la semana.